Zadar. La ciudad del órgano

Igor me deja en la estación de autobuses de Šibenik y me cojo el bus hacia Zadar. Cual es mi sorpresa que el autobús es una pasada. Por cuatro euros no está nada mal. Y solamente cobran 25 céntimos por dejar el equipaje en el maletero. Aquí todas las compañías cobran!! Son unos perracos de la vida. El viaje es de lo más tranquilo. Nomal, voy to sobao!!

Al llegar a Zadar me dirijo, como es rutina, a la Oficina de Información. Me explican donde está mi Hostel, pero de camino me encuentro otro más barato y me quedo en ese. Me dedico a hacer la compra. Frutas y verduras en un puestecillo. Me entiendo con un vendedor croata por gestos. Él me escribe lo que tengo que pagar en un papel. Podía haber ido a un supermercado, pero eso habia sido demasiado fácil. Dando una vuelta por la ciudad descubro un lugar perfecto para ver una puesta de sol maravillosa. El agua fluye por unos conductos que se encuentran debajo del paseo y emite sonidos. Ese es el Morske Orgulje (El Órgano del Mar). Tirado en el paseo, leyendo, fumando, escribiendo, meditando, me paso dos horas. El sonido es muy relajante. Y cuando pasa un barco emite notas diferentes porque el agua entra con más fuerza, o por nuevos conductos. La gente se baña, ríe, niños corretean. Me gusta ver como la gente se queda embelesada, igual que yo, mirando una puesta de Sol. Y es que es como qudarse mirando el fuego. Al fin y al cabo, el Sol es fuego.

De vuelta al Hostel conozco a otro australiano más en mi vida y nos bajamos a dar una vuelta, después d etener una conversación sobre el Gran Hermano Croata con una irlandesa. Podíamos hablar de viajes, pero ¿qué mejor tema que gran hermano? En la calle, entre los universitarios, que aquí los hay a montones, nos reímos. Se parecen mucho a los españoles. Cantan, e incluso me parece que a veces cantan alguna canción en español. Nos volvemos a casa tarde, y algo afectados, para poder dormir muy a gusto.

Y hoy no hay pies de foto. Sobran las palabras.