viernes, 20 de mayo de 2011

Isla de Ugljan. El castillo-parabólica


Ayer fue un día muy natural. La verdad es que decidí que no me quedaba mucho por ver en Zadar, así que emprendí destino hacia la isla que está a media horita de aquí en ferry. Le estoy cogiendo gustillo al mundo de los ferrys. La verdad es que, como toda novedad, siempre sienta bien. Así que tiré para adelante y me situé en la ciudad de Proke. Más bien pueblecito de pescadores y mantenidos por el turismo que emerge de gentuza como yo que se quiere perder un rato en las islas de Zadar. Me desayuné un litro de he fresca del estilo la Clesa que compraba la abuela antes y un puñao de galletas Príncipe de "bekelar", pero de chocolate blanco. Aquí están bastante avanzados con el tema del chocolate blanco, lo cual me encanta.

En la oficina de turismo el joven me atendió muy amablemente, y me dijo que si quería moverme por la isla, iba a perder medio día esperando autobuses. Que mejor idea era que si me gustaba andar, que me subiera al castillo en ruinas. Que desde allí tendría unas “great views” de las islas de al lado y de la suya propia. Así que emprendí marcha y algo pasó en el entendimiento del inglés croata y el mío. Yo le entendí “half an hour”, pero creo que quiso decir algo así como “half and hour”. Es decir “media y una hora”. Es decir “hora y media”. A medida que ascendía encontré fauna campestre como culebras de metro y medio, lagartos verdes fosforitos y una variedad de aguiluchos que eran bastante interesantes y que daban algo de miedito. Volaban muy cerca y la verdad es que creo que les gustaban mis galletas.

Una vez arriba descubro que no hay ni Dios en el parque conmigo y que lo tengo entero para mí. Es extraño ver el antiguo castillo con una central parabólica en el medio. Lo que parecía un fuerte veneciano del siglo XIII para mí solo torna a tener compañía cuando me asusta una persona entrando en la caseta de mantenimiento de la antena parabólica. Bueno, sigo estando prácticamente solo. Solamente delatan su presencia sus sartenes y cacharros sucios.

Tras varios pateos que no revelaré, ya que mi nuevo couchsurfer creo que ha quedado, por lo tanto hemos quedado, volví a Zadar. Todo se resumirá en una noche, la de ayer, de Rakija con canadienses, irlandesas, candiensas, australianas y belgas. Buena conversación. Buenas risas. Y salimos como los gatos a sentarnos en los tejados.

Monumento a las mujeres lavanderas

El antiguo fuerte veneciano grafiteado

La casa de Davor en la parabólica del fuerte

Niñas y niños locos con las lucecitas del suelo

En el tejao

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