martes, 28 de junio de 2011

Warsawa: ¿Quién dijo guerra? Ah sí, los monumentos conmemorativos --- Kraków: Un paseo repentino por una ciudad que huele a imperio --- De vuelta a Cluj

Cuando uno deja de escribir en este blog que solía llevar al día, parece que le falta algo. También durante este tiempo he tenido la oportunidad de tener a un padre y una madre a los que contarles mis historietas, por lo tanto no necesitaba tirar de blog para que alguien me escuchase. La llegada lo cambia todo yendo en taxi desde el aeropuerto al hotel. Medio de transporte que desconozco por completo, pero que recuerdo de alguna vez. A unos padres no se les hace hacer autostop después de un mes y pico sin verles. Y después de un taxi llega un hotel. Un couchsurfing en el que te hacen la cama y unas cuantas cosas más las ponen en orden. Alguien que te saluda a la entrada muy protocolariamente. Nunca había estado en un hotel como cliente, aunque he estado en un hotel, como todos bien sabéis, durante bastante tiempo. Era rara la situación al otro lado del mostrador.

Warszawa (Varsovia) es una ciudad romántica, colorida como un kiosko de piruletas en la que no te llegas perder porque tiene esas avenidas grandes y simétricas que recuerdan lo soviético. Muestra todo lo antiguo, de una manera irreal, porque está reconstruido todo después de la segunda guerra mundial. Fue una ciudad de verdad devastada tras la invasión de 1944 y eso no se deja notar por lo general, pero sí si nos salimos merodeando por los alrededores, no tan turísticos.

Algunos murales en algunas paredes representan esa invasión, para no olvidarla, así como algunas esculturas. Edificios enteros fueron destruidos, por lo que hubo que volver a levantar la ciudad de prácticamente la nada en los años cincuenta. No sé si antes sería igual, pero me recuerda mucho a Praga. De hecho hay un barrio que se llama Praga que nada tiene que ver con la ciudad Praga. De hecho, nada tiene que ver con la propia ciudad de Warszawa. Noto que quiero escribir mucho sobre Warszawa, pero a la vez noto que no me salen las ideas en orden. Ha sido como un paseo sin fin por toda la ciudad. Estos turistas activos que son mis padres se parecen a mí. No paran, y a veces no da tiempo a asimilar tanta ciudad. Siempre visto desde el lado de vista positivo. Y ahora tengo mucha menos posibilidad de recapitulación porque mezclo Warszawa con Kraków (Cracovia), ciudad a la que fui después de estar en Warszawa durante dos días.

Warszawa tiene, como bien decía antes, los recuerdos físicos de ese comunismo austero y práctico en los edificios y en la planificación de calles y avenidas. Calles anchas como ríos, en las que, lejos de haber un tráfico estresante, fluyen rápido y chirriando tranvías, coches, bicis, buses y trolleybuses. Todos juntos merodeando por esas gigantescas autovías de interior de ciudad. Por todos lados menos por el centro histórico, bien cerrado al tráfico de todo tipo de vehículos que no sean de carga y descarga, románticos (para algunos) carruajes de caballos, limusinas Hummer para bodas y demás medios de transporte particulares. Pero no existen autobuses ni tranvías en el centro histórico. En realidad, ahí, por esos estrechos vasos capilares que oxigenan al barrio, no caben.

El elemento más grande que hemos tenido la oportunidad de ver. Lo más soviético. Lo más alto. Lo más lejano a lo bonito, pero lo más cercano a lo sorprendente por tamaño y dimensión comparado a sus alrededores es aquella torre ahora dedicada a museos, teatros, cine y ascensores para subir a lo más alto de esa ciudad. Vista desde abajo, desde mi impresión, cautiva mucho más que las vistas que ofrece desde su alto piso número treinta. Desde abajo se siente uno pequeño, mientras que desde arriba uno se siente grande ante tanto coche de juguete y personas que apenas se intuyen. Una lluvia y una granizada nos pilla de sorpresa en lo más alto, y se ve de manera totalmente diferente. La gente ni siquiera echa a correr allá abajo, cuando en lo alto parece que el mundo se va a acabar de un momento a otro. Será que desde arriba las cosas se ven de manera diferente, siempre.

También embriaga de esa ciudad toda la historia antigua que tiene el centro, y debe ser que a mí siempre me conquistan más las historias de creaciones arquitectónicas. Justo debajo de palacio se construyó un conjunto de tiendas escavadas en la tierra, a las que posteriormente se les construyó un soportal. Estas tiendas, a su vez, tenían su propia trastienda, y algunos pasillos las comunicaban con el palacio, situado justamente encima. Algo difícil de explicar sin dibujos ni croquis, pero que me pareció una hazaña para la época, ya que data del siglo XVIII si mal no recuerdo. Que alguien me corrija, y que aporte nuevos datos a la comunidad de información que es este blog. Padre, madre: Si algo me dejo en el tintero, que es mucho ya que el tiempo y las ganas a veces no son la que debieran, aportadlo si es que debe ser sabido.

Después de todo esto, el domingo 26 empezó mi camino eterno hacia Cluj. De vuelta a por mis cosas y a continuar viaje hacia Bucarest. Desde Warszawa tuvimos la intención de hacer excursión a Kraków, pero era largo el trayecto para hacerlo en coche, y en tren también suponía una pequeña paliza. De todas formas, mereció la pena quedarse en Warszawa para comernos ese kebab picante y subir a lo más alto de la más alta torre de ese reino. Como decía, me dispuse a dejar Warszawa en autostop, que solo tardé en coger una hora.

Paró en el sitio que yo esperaba un individuo peculiar. Le pregunté al ratito de entrar en su coche qué era lo que hacía yendo a Kraków. Me dijo que “iba a volar”, y me señaló la parte trasera de la furgoneta. Llevaba un ala-delta a motor, desmontado. Dice que es impresionante sentirse pájaro, que no necesitas permisos de ningún tipo, y que en youtube puedes aprender. La verdad es que no otorga confianza pero da libertad, pensaba yo para mí. En su Peugeot Partner hablamos de coches, de motos, de alas-deltas, de su novia. Interesantes historias de autostop. Y además, llegué a Kraków justo para dejar mis cosas y tener todo la tarde por delante para ver una ciudad no muy grande. Vagar en solitario por una ciudad desconocida, en la que, sin compañía, disfruto, aún con el recuerdo fresco de lo que es tener alguien a quien contar las cosas al momento.

Toda una ciudad de leyenda. De tristeza por lo viejo y olvidado que parece todo, pero que llena de pequeñas historias y que ofrece, a cada paso, señalizadas, varias rutas diferentes para conocerla: la ruta de los estudiantes, la ruta del castillo, la ruta real… Como me suele pasar, pateo sin parar hasta que, me canso y decido irme al Hostel.

No necesito otra cosa que dormir, y a las 7 de la tarde me duermo con la alarma puesta para bajar a cenar algo. Cuando abro un ojo son las 2 de la madrugada y tengo dos inquilinos en el mismo cuarto roncando. Me siento cansado y no dudo en programar la alarma, darme la vuelta, para levantarme el lunes pronto para hacer autostop hacia Cluj.

Después de andar un buen rato hacia un punto que me parece bueno para hacer autostop dirección Eslovaquia, un transeúnte me dice que me coja un tranvía y que más allá es más sencillo. Tras dos horas sin conseguir objetivos, sin prisa, cojo un tranvía de vuelta a la ciudad, que se la cruza de oreja a oreja y me deja en la estación de autobuses, en la otra punta. En una hora y media sale un autobús hacia Budapest, en Hungría. Ningún autobús va directo desde Kraków hasta Rumanía. Así que cogeré un bus que llegará a Budapest a las 22.30 del lunes. Día completito ese lunes. Entablo conversación y conozco (más de 4 horas de conversación dan para mucho) a Csobán. Nombre raro hasta para los húngaros, por lo que me dice. Le hablo sobre mi viaje, sobre mi trabajo, sobre mi coche, sobre todo lo anterior y lo de ahora y me mira entre celoso y asombrado. Lo entiende pero dice que no podría hacerlo. Le hablo de CS y de autostop. Dice que tengo coraje y valor, y que te digan esto cada poco rellena el bolsillo del coraje y del valor para poder tirar de ellos en momentos de duda.

A mi llegada a Budapest, con una hora de retraso, le pregunto a la chica del bus si existe alguna línea que vaya desde Budapest hasta Rumanía. Sale uno a las 23.00, dentro de media hora. Después de un autostop fallido no hay nada mejor como la noticia de que no vas a tener que dormir en una estación. Así que en media hora estoy situado en dirección Cluj en un confortable autobús con 5, y digo 5, pantallas de televisión. Así escribo esto habiendo llegado hace 3 horas a Cluj; habiendo amanecido hace 27 horas en Kraków; habiendo pisado durante 10 minutos Esloaquia para fumarme un cigarro en una parada del bus; habiendo pisado Budapest 45min en la misma acera para cambiar de autobús; después de 17 horas casi seguidas de autobús. Y con algo de sueño pero con ganas de hacer el macuto, dormir aquí, y tirar mañana para Bucuresti (Bucarest) y Csurfear con Celia.

Alin me ha recibido, como no, con su casa abierta y un café. De nuevo su casa para mí. Llueve, pero sonrío. Sonrío intentando imaginar el porrón de fotos que os vaís a comer, y que me va a tocar seleccionar.


Las ciudades se siguen reflejando - Warszawa

Warszawa 1944

Los amigos del enanito de Isa - Wraszawa

Warszawa

La tormenta se acerca... - Warszawa

... y así será - Warszawa

Stop

Warszawa

Warszawa vista desde el Gran Theft Auto

Warszawa keeps walking

Mirándome de medio lado - Kraków

Artista haciendo arte ante el Monumento a los doce personajes de las Artes y las Ciencias - Kraków

No sé hacia donde esta Madrid, así que me quedo - Kraków

Un coche como ese y una casa como esa - Kraków

1 comentario:

  1. Acostumbrado a cada dos/tres días llegar a la oficina por la mañana y leer tus grandiosas historias, se echaban de menos.

    Menudo subidon encontrarte de nuevo en tu blog

    Has cogido oxígeno y fuerzas para SEGUIR ADELANTE en tu gran aventura.

    GRANDE!!!!

    Besos de tus tios, Fer y Gema

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