miércoles, 8 de junio de 2011

Kotar: En la más alta montaña de la más alta cumbre --- Prishtinë: Reflejo de un país a medias --- Skopje: En el valle de los cuervos, los lobos y los zorros (AHORA YA TIENE FOTOS)

El domingo me levanté en Podgorica (Montenegro). La verdad es que esa ciudad no me motivaba para nada, por lo que decidí hacer plan alternativo. El día anterior me había dado una vueltecita por allí, pero tampoco demasiado. Iba cargado con el macuto y la mochila, y solamente busqué un bar con internet para buscar un Hostel. O más bien, la dirección exacta, porque en me estoy empezando a acostumbrar a que aquí en rara ocasión ponen los nombres de las calles. Y si los ponen, está escrito en cirílico. Así no hay quién se entere!

En internet vi que salía un autobús hacia una ciudad cercana, Kotor, que tenía un bonito casco antiguo. Mi plan era pasar el día allí y volver para coger un autobús nocturno hacia Prishtina (Kosovo). Así hice, me cogí mi ticket en ventanilla, con una chica que cuando le pregunté “english?” cambió su gesto hacia el de Cruella de Ville (la de 101 dálmatas). En Montenegro a la gente no le hacía demasiada gracia el hecho del inglés. También en la calle me encontré a uno que le dije el nombre de una calle y me empezó a explicar. Cuando le dije “english?” se dio la vuelta y se marchó.

Cogí el autobús y aquello parecía que no iba a parar nunca. Creo que Kotar está a 60km de Podgorica, ambas ciudades en Montenegro. Bien, pues parece que están en extremos contrarios de los Balcanes. Subimos y bajamos la montaña más alta y montañosa que he subido yo con un autobús. Con un paisaje precioso pero con el pensamiento de que nunca íbamos a llegar. Y que cuando llegase iba a tener que volverme porque, si no, no iba a coger mi autobús a Kosovo. Pero al fin llegamos y sólo fueron dos horitas de nada para hacer 60km. Desayuné con ganas una empanada y yogur natural líquido, al cual me estoy aficionando más de lo normal. Después me metí dentro de la ciudad antigua y me di un pequeño paseo, hasta que encontré lo que parecía la entra al castillo. 3€ costaba un espeluznante paseo por las murallas del Castillo de Sv. Ivan.

Me decido a entrar y pasados cinco minutos me doy cuenta de que ya voy prácticamente sin agua. El castillo está en a tomar por culo, número 45. Arriba del todo de un cúmulo de peñas y riscos que a ver como lo hago. Las escaleras, al lado de la muralla, suben en zig-zag. Las serpientes gordas como mi dedo gordo del pie muestran sus colas escurridizas y se escabullen entre las piedras o la maleza. De camino al a cima me encuentro con la Crkva Gospa od zdravlja, que para un entendido en el idioma como yo es fácil, pero a vosotros os costará un poco más. Se trata de la Iglesia de Nuestra Señora de la Salud. Y es que, en el siglo XVII esta señora se les apareció allí y les comentó que no podrían proteger ese castillo solamente con la fuerza humana y con la construcción de los castillos, si no que deberían contar con la ayuda de dios. Y como esto de las apariciones aquí no se toma a cachondeo, decidieron tomar la ayuda del señor, y de quien hiciera falta construyendo la iglesia en cuestión en medio de un risco bastante pronunciado.

Yo continué subiendo hacia el Castillo de Sv. Ivan, y de camino se pasa por los fuertes de Sv. Marko, Sv, Jerolim y Sv. Loredan. Parece que aquí había sitio para todo el mundo de la familia, “así que a ti te pongo un castillo y a tus primos un fuerte a cada uno, aquí en todo lo alto de la más alta cumbre”. Y allá abajo, a nivel del mar, el pueblo. Y aquí arriba, con una pendiente de no sé qué porcentaje, pero mucho, a 260 metros sobre el nivel del mar, el castillo.

Como todos estos hitos de altura que me estoy marcando en este viaje, la verdad es que llenan de orgullo y satisfacción. Me sorprende ver que aquí no hay nada vallado. Uno puede entrar prácticamente en todos los fuertes, ver cómo eran por dentro. Eso sí, sin ninguna luz de apoyo ni ningún cartel informativo. Simplemente tus manos y tus pies para ir calculando por donde pisas y por donde te metes. Y hacedme caso que es necesario entrar, porque fuera aprieta el sol de una manera espectacular. Desde arriba se ve el pueblo de Kotar abajo, muy en vertical, rodeado simplemente de mar y montañas cuya pendiente es muy, pero que muy empinada. Tenía una situación militar estratégica. Y, además, con salida al mar.

 La bajada tropiezo con dos chicas rusas con las que mantengo conversación, con alguna que otra serpiente, lagartijas fosforitas, bolsas de basura colgadas de las paredes de color rosa, algún que otro resbalón y por fin la llegada al pueblo. Allí hay sombra y agua. Paso por al lado de una casa donde un calvo se refresca con una manguera y a la voz de “good, good, cold, cold” me enchufa en la botella. Mi cara debía ser de mucha ilusión (y sed), porque el tío se reía. Me la bebí de un trago y me fui, cansado, a coger el bus de vuelta a la estación después de dar un pequeño paseo por el pueblo.

A la llegada al Hostel de Podgorica, Pedro, el recepcionista, está moviendo trastos de un lado para otro. Me conecto a internet para ver mis planes en Prishtina (Kosovo) y le echo un cable a desmotar y montar un armario. Bricomanía en estado puro. Llega mi hora y me piro a la estación. El bus sale a las 21.00 de martes, y llega a Prishtina a las 5.00. Resumo: 150km (redondeando) = 8 horas. Sí te lo crees, bien. Si no te lo crees, agárrate que vienen curvas (que no “kurvas”, que aquí “kurvas” significa putas). De noche; una carretera digna de proponer que hagan el rally Montenegro-Kosovo; una familia gitana de 10 integrantes, que parece un equipo de fútbol, con sus churrumbeles correspondientes; un conductor recién llegado de combatir en un grupo armado (acojonaba, lo juro); un revisor que debía ser su primo; una frontera vigilada por policías frescos, fríos, helados, de mirada asesina. Al ver mi pasaporte español me miraban tres o cuatro veces. “Sí, soy yo. El mismo”. Es un poco raro porque tengo un poco de jaleo con los sellos en el pasaporte.

De Croacia tengo de entrada, pero no de salida. En Bosnia i Herzegovian tengo de salida, pero no de entrada. En Montenegro tengo de entrada pero no de salida. Y en Kosovo tengo, de momento, de entrada. Después de otro ratejo de viaje (al pasar la frontera debían ser las 3.00) llegamos a Prishtina, tras ir dejando en los suburbios a un buen número de los que viajaban en el bus. Eso está desierto. El sol hace ademán de salir por dondequiera que esté el Este en esta ciudad. Una mochilera está con su portátil, embelesada, en una estación desierta a las cinco de la mañana. No voy a llamar a Sabateh todavía, es bastante pronto. Me informo y puedo dejar mis cosas en Información por 1€ todo el día. Las consignas van mejorando según me muevo de país en país. Tanto en Montenegro como en Kosovo la moneda es el €. La ciudad no es bonita. Ni siquiera tiene un casco antiguo. Todo está a medio construir, y lo que no, está a medio derruir. Me llama la atención Bill Clinton Boulevard. Con estatua, placa con frase de Bill y póster gigante de Bill. Un tipo querido en la zona. Ha venido hace poco, de hecho. Subo y bajo por la ciudad. El mapa de la ciudad que he visto en la estación de autobuses yace en mi memoria, difuminado y borroso. Me vuelvo a encontrar un par de veces a la mochilera. Creo que busca la misma Guesthouse en la que estaba yo en ese momento. Sabahet no me puede alojar. Está de mudanza. Ya contaba yo con eso más o menos. La ciudad me alimenta con un kebab mañanero y un yogur natural (soy adicto). Gente que habla inglés flipa con que sea de España y esté solo, en esta ciudad. Después, a mediodía, quedo con Sabahet después de recoger mis cosas de la estación.

Sabahet trabaja en un Bar. Está tramitando todos los visados como kosovar para viajar a EEUU con una beca de estudios y trabajo. No se lo ponen nada fácil. No pueden viajar sin visado ni siquiera a Croacia, o a Bosnia i Herzegovina. Me cuenta que tardó dos meses en obtener un visado para Croacia, y solamente iba a estar allí una semana de vacaciones. Dice que lo de que Kosovo no sea reconocido en algunos países es un problema ahora, pero que es cuestión de tiempo. Se trabaja con las Unión Europea, Naciones unidas y OTAN, presentes aquí en todos los lados. Vigilan que se cumplan las directrices europeas para que Kosovo se convierta en un país a ojos de todo el mundo, además de administrativamente.

Él se tiene que ir a trabajar. Yo a buscar mi Hostel, en el cual una “amable” señora me dice que sí que tiene habitaciones. Internet no funciona. Llegué a las cuatro de la tarde y no había dormido prácticamente nada en el autobús, por lo que caigo rendido. Había quedado con Sabahet en ir a buscarle a su trabajo y tomarnos algo, pero tuve que escribirle un mensaje. Estaba realmente cansado. Muerto. La vida itinerante del feriante. No se cabreará. Se siente culpable por no poder alojarme y haberme dicho que sí.

Así que después de un domingo de paseo por Kotar, un lunes amanecido y pateado Prishtina,el martes me dirijo a Skopje con bastante cansado. Entro en territorio Macedonio y allí todo parece cabiar de nuevo. Todo empieza a estar escrito en cirílico. Me da la impresión de que no me voy a enterar de nada. Desde la frontera Kosovo-Macedonia hay una larga carretera de doble sentido, toda encerrada entre tiendas de todo tipo de productos realizados a partir de plástico. Sillas, macetas, persianas, barandillas... Todo lo que se pueda hacer con plastico se puede vender ahí. Al llegar a Skpje, y yo no tenía mucha fe porque mi móvil no recibe mensajes demasiado puntualmente, me recibe mi CS, Zlatko. Un tipo que me lleva a su casa nada más llegar. Dejamos mis cosas en su casa y nos vamos a dar una vuelta por Skopje. Después de una cena plena, con una hamburguesa enorme, especialidad de la casa (no una hamburguesa cualquiera), rakija (licor macedonio también) y algo de cerveza nos vamos a un local de jazz que se encuentra en el barrio viejo. Un grupo toca en directo.

La conversación parece empezar a ser cada vez más fluida. He perdido timidez a lo largo de todo este mes, pero en realidad siempre queda una pizca de ese carácter original eternamente. La verdad es que él cuenta historias, historietas, partes de la historia, y yo escucho pasmando. Como queriendo empaparme como una esponja de todo lo que tenga que contarme. Simplemente adiquirir conocimiento, sin necesidad de hablar. Yugoslavia, el futuro, el pasado, familia, sus planes, sus chicas... En un sinfín de relatos aparece la noche con ellos y nos movemos de ese Bar New Orleans al paseo más grande de la ciudad. Allí hay un festival de "perforances" callejeras. Zlatko me presenta a unos, a otros. Un chico que vivió en Valencia 4 meses, una "performancer" de Canadá, una artesana de velas que vivió en Granada... No paro de conocer gente durante toda la noche. Me comenta que irá al campo este miércoles (ahora mismo es hoy, pero no sé si seré capaz de colgar algo en el blog hoy, por lo que yo voy escribiendo en un archivo cuando quiero, y lo cuelgo cuando puedo). Aunque los planes con él cambian a menudo. Es un tipo agetreado, de negocios. Con una empresa que pone en contacto a gente que necesite o que tenga que ver con negocios de comida ecológica. Desde el centro de Skopje, con el estómago bien lleno después de unos pimientos rellenos de carne, me despido. Llevo una vida un tanto ajetreada en los últimos días, así que no sé hasta cuando.

Con calor y amor, un beso.


El lagartijo azul

La ermita que es ayudó a contatar con dios para construir el Fuerte de Kotar

Nuevamente, desde lo alto - Castillo de Kotar

Alto riesgo, pero tampoco era para tanto - Kotar

Kotar

Gato somnoliento de Kotar

Prishtina despierta para mí - Kosovo

Tienda de moda Hillary (Clinton) con la estatua de Bill (Clinton) al fondo - Prishtina - Kosovo

Bill Clinton Boulevard - Prishtina - Kosovo

Why not - Prishtina - Kosovo

La universidad de Prishtina. Cuna de intelectuales que pretenden la independencia kosovar. Durante la guerra, el 90% de los estudiantes tuvo que marcharse de esta universidad.

Ahí pone "vete fresquita"

Ciudad renacida - Prishtina - Kosovo

Bajo las fotos de personajes famosos del cine y la cultura kosovar, un matrimonio local - Prishtina - Kosovo

Bill Clinton Boulevard empieza a coger ritmo según pasan las horas

Bar de actuaciones en directo. Más tarde conoceré al dueño. Un poquito de The Doors, Eric Clapton... Buenos recuerdos - Skopje - Macedonia

Y nos comimos todo el queso con guindillas. Especialidad de la casa - Skopje - Macedonia

Festival de actuaciones en la calle. Busker Festival. Estos tipos hacían ritmos de música con el sonido de los cañones de fuego - Skopje

2 comentarios:

  1. Pero qué MORENAZO! se te ve en la foto... y eso que no ha empezado el veranito todavía.

    A la espera de que colgaras las fotos en el blog, estuve indagando un poco por Internet y ya vi que las fortificaciones de Kotar son una pasada y que el pueblo, el puerto, etc. nada tienen que envidiar a algunos fiordos nórdicos, pero en este caso con un estilo más mediterráneo. Impresionante!

    Como curiosidad te diré que si pones en Google Kotar Kosovo Pristina (no me preguntes porqué lo puse todo junto porque no sabría decirte), la primera entrada que aparece es tu blog y después wikipedia. Faltaría más!!!

    Bueno que, aunque tengas una vida muy ajetreada, estés muy ocupado, cansado... no te relajes mucho con lo del blog o te empezarán a pitar los oidos de nuevo ;-)) A ver qué nos cuentas de Macedonia, Carlo Magno y demás.

    Muchos besos para el viajero,

    Mamá

    ResponderEliminar
  2. Espectaculares enclaves!!!!

    No dejes de narrar tus experiencias, tu blog es de lo primerito que veo cada mañana al entrar a trabajar... Si no hay novedades, fala algo!!!!

    Sigue adelante

    GRANDE!!!

    PD:Le llevo copia de cada post a la abuela Merce.

    ResponderEliminar