domingo, 19 de junio de 2011

Cluj-Napoca: A ritmo de IRAF y fin de semana

El viernes despierto desubicado. “Ah, sí! Estoy en Cluj”. Cada tres días abro el ojo y hay un techo nuevo sobre mí. De diferente color, textura y una habitación con distinto olor. Despierto a las nueve, a las diez, a las once… Todas ellas diciéndome a mí mismo que ya es hora, y que voy a levantarme. Pero no es hasta las 12 y media cuando me decido a ponerme en marcha. Me muero de hambre y bajo en busca de la receta más internacional. Pasta con tomate. Cómo no, sigo con mi problema con las medidas, y hago pasta para toda la semana. Habito solo en este piso pequeño. Me gusta. Es como un estudio. Abajo está el baño-cocina. Todo en uno. La ducha, el lavabo y la pila de fregar… digamos que son todos una misma cosa: la bañera. El calentador es un depósito enorme, vertical, que alberga en su parte inferior un fogón de cocina a gas de tamaño industrial que calienta el agua en unos 15 minutos. Alin dice que nunca ha cocinado aquí. Que evita cocinar en el mismo sitio donde caga, porque el cagadero está a continuación de los fogones. El cepillo de dientes y el gel están al lado del fairy y de los platos fregados. Digamos que la casa tiene dos pisos, que en conjunto no deben de sumar más de veinte metros cuadrados.

Cuando al fin me decido a salir de casa no me apetece turistear. Simplemente doy vueltas sin rumbo por esta ciudad sintiendo y escuchando. Alin me llama un rato después para ir de nuevo al IRAFest. Una gran puesta en escena de un grupo de rumanos-gitanos tocando música rumana-gitana lo ameniza todo. Los Taraf de Haiduks se llaman. IRAFest tiene un amplio repertorio de actividades: exposiciones de fotos, conciertos, proyecciones… Los rumanos divierten. La gente baila. Yo me suelto y bailo también, aunque me gusta más apreciar la música con los ojos cerrados. Son unos verdaderos maestros. A la salida hemos quedado con unos amigos suyos, que hemos visto antes del concierto. El plan es ir a un garito que al entrar me impacta. Demasiado “fashion” para mi estilo. Incluso para el de Alin. A entrar me encuentro en un momento de barrera lingüística. El de la puerta y la pareja, amigos de Alin, hablan y no sé qué se dicen. Señalan para dentro y para fuera. Después de cinco minutos, miro a Alin. Me dice que el grupo que iba a tocar no lo va a hacer por falta de público. En realidad me siento aliviado. El sitio no me gusta, así que decidimos ir a tomar algo a una terraza. Alin me dice que en realidad estaba intentando escabullirse del plan, pero que son sus amigos. Tres chicas nos esperan en la terraza, más nosotros cuatro ya somos siete. Los números impares en los grupos de gente en el extranjero me empiezan a no gustar. La gente se pone a hablar en parejas, y el marginado soy yo. Es comprensible. Al final, por el gesto que veo en la cara de Alin, decide pasar de la conversación de la tía y se pone a hablar conmigo. En un momento dado los amigos de Alin se van y nos quedamos él y yo con dos de las chicas. Seguimos hablando de dos en dos. Él y yo. Y las otras dos. Cuando ellas se van, nosotros lo hacemos también. La camarera nos despide en inglés. Debe estar un poco hecha un lío, y al despedir al preguntarle no sé qué a él se traba entre rumano e inglés. En fin. Nada más allá de muy buena música y buena conversación para la noche de hoy, que termina, como no, en mi coqueto cuchitril.

El sábado me levanto tarde, pero no me preocupa. Aquí los días son largos. Decidido a merodear por la ciudad, me preparo. Alin me llama. Dice que no ha dormido nada bien. Que se ha desvelado a las seis y que está tomándose un café. Voy y quedo con él. Curioso sitio. Las mesas y las sillas, y las lámparas y los cuadros, todo está hecho de cartón. Tardo en encontrarle cuando entro. Me encuentro en esa situación ridícula en la que una persona entra y sale del bar dos o tres veces. Sin estar muy seguro de si ha mirado bien o no. El bar tiene diferentes cuartos, por lo que me los recorro una y otra vez. Termino por preguntar al camarero si el bar tiene más sitios escondidos. Le llamo y no me lo coge. Al fin le encuentro fuera, hablando por teléfono. Después de una cerveza y un café Alin me lleva a un sitio en el que puedo comer algo de aquí, pero lo dejo para otro momento. Está roto por no haber dormido y se pira. Yo, me decido a ir a la oficina de turismo y a dar una vuelta por la ciudad.

De vuelta a casa paso por uno de esos mercados que a mi tanto me gustan. Doy vueltas buscando algo y nada. No sé qué es lo que quiero, pero ahí no encontraré mucho más que verdura. Así que hago la compra de rigor, esa en la que no me entiendo y me escriben los precios en las calculadoras. Unos tomates, unos pepinos, unas cebollas y algo con lo que combinarlo del super de al lado valdrá. Como, me pongo como un cerdo comiendo, y me hecho una siesta de campeonato. Cuando le me levanto Alin me escribe y dice que irá al concierto de las 9 y media. Yo quiero salir antes. Así que me decido y me piro solo al festival. Después de un par de cervezas el camarero ni me pregunta lo que quiero. Simplemente me lo pone. Me conoce. Es todavía de día y el concierto es de un grupo alemán. Danube’s Banks. Cuando llega Alin el siguiente concierto, de Mitsoura, está por empezar. No entiendo nada. Es en rumano y en húngaro, pero definitivamente hace estallar todos los sentidos. Los cinco y alguno más que todavía está por descubrir. La chica tiene una voz nasal espectacular. Todo mezclado con música de viento, percusiones y música electrónica es un placer. Me limito a cerrar los ojos y a dejarme llevar con los oídos ciegos. Haciendo honores al blog.

Después del concierto, Alin ha quedado con unos amigos que han venido de Alemania. Yo tengo intención de buscar a una chica que no me podía alojar en CS, pero que me dijo que podíamos quedar a echar unas cervezas. Lia me viene a buscar a una plaza. La Piata Unitirii. Centro neurálgico de esta ciudad. Me lleva a un bar donde está con dos amigas más. Una de ellas se marcha enseguida. Vuelvo a tener medio-conversaciones en medio-español a causa de las telenovelas tan extendidas en esta parte del mundo. Es muy gracioso como no son capaces de decir “Barcelona” con “c” o “ajo” con “j”. A su vez, es muy gracioso como yo intento pronunciar los tres tipos de “s” que tienen los rumanos. Hablando sobre Lars von Tier, Emir Kusturica y demás, el tema deriva a los gitanos en Rumanía. Una de las amigas de Lia me hace hincapié en el tema de que en Rumanía son gente normal. Que no todo son gitanos. Que van a la universidad, estudian y tienen trabajos normales. Nada que yo no supiera, pero se siente un poco avergonzada de la imagen exterior que dan los gitanos-rumanos a este país. Nada de lo que preocuparse siendo yo el espectador del país. En un viaje como este se aprende a dejar de hablar en término generales. O en caso de que se haga, se matiza diciendo “en términos generales”. No son lo mismo Alin, Lia o Adrian. Y para eso estoy yo aquí. Para comprender un poquito más. Pero la comprensión y la conversación acaban cuando nos vamos a otro garito. Un pub en el semisótano de una casa. Con rock, metal y demás que no me hubiera yo imaginado en mi vida. Lia y su amiga no eran el estereotipo de gente que va a este tipo de sitios. Y mucho menos que canta las canciones. En fin, aquí estamos para romper estereotipos y generalidades varias. Su amiga hace la del humo y se pira a casa. La verdad es que Lia me había dicho que estaba algo tajada y, en realidad, yo lo había notado. Después de un rato Lia me dice que nos vayamos. Ella va a otro sitio donde ha quedado pero yo, también perjudicado, emigro a casa.

Hoy domingo he quedado con Lia, así que después de levantarme bastante tarde, comerme la ensalada que sobró, ducharme, echarme la siesta, hacérseme tarde, y tal y cual, me pongo en marcha. Un poco antes de llegar donde he quedado con ella me escribe. No puede venir. Yo iré igual. Habíamos quedado para ir a la manifestación del “19J”. Sí señoras y señores. “Spanish revolution” también se sitúa aquí en Rumanía. Paso por allí un poco antes de las seis y todavía no hay ni Peter, salvo policía y medios de comunicación, siempre fieles a estos actos. Me doy un rulo por los alrededores y al volver ya veo algo de gente. En total serán como diez. La gente se va uniendo, y tienen más pancartas que manos. Y más miembros del cuerpo nacional de seguridad que pancartas. Pero la lluvia lo anula todo cuando deben ser como 30 ó 40 personas. Yo me anulo a mí mismo de allí también, y me piro a este pequeño hogar. Dentro de un rato Alin pasará a buscarme y nos vamos a cenar con unos amigos suyos no sé dónde.

Vida social y vida muy tranquila en Cluj, donde la gente se mueve a ritmo de festival y de fin de semana. Y donde yo intento seguir el ritmo desde otro idioma, tratando de integrarme.

El cuartucho

Puente sobre el río Someş. La ciudad da importancia a la bicicleta on sus carriles-bici. Aquí se puede. No tiene apenas pendientes

El tranvía y los trolley-buses eléctricos marcan las calles de la ciudad, toda cosida por el tendido eléctrico

El Rey Matthias despide el día

Concierto de Dubioza Kolektiv

Suculenta comida-cena-desayuno

El bar de cartón

Teatro Real

Catedrala Mitropolitana Ortodoxa - Es sábado cuando paseo por Cluj, así que no puedo entrar a ninguna iglesia ni catedral. En todas y cada una de ellas se esta celebrando una boda. Aquí la gente se casa bastante.

Reflejos de Cluj

Desayuna con Pepito Disko!

Piata Mihail Viteazu - Un fuego continuo le da un tono melancólico

Aquí también tienen chorritos

Esperando a Mitsoura y a Alin

Democratie Reala Arum - Democracia Real Ya

Aquí lo pone bien claro

Más pancartas que manos

1 comentario: