Desde irkutsk salí, no sin problemas. Todo fue como el principio de un fin de transiberiano algo ajetreado. Compré los billetes que no debía para la hora que no debía, por lo que me di cuenta bastante tarde. Una vez en la estación, con Ilya y Nadia, consiguieron que me devolvieran la mitad del billete erróneo, y compré el nuevo. Uno, que nunca aprende del todo, y se sigue equivocando. Pero es que con el jaleo de hora de Moscú, hora de Irkutsk, hora de llegada a no sé dónde… todo el lío que tenía en mi cabeza era pequeño. Pero al fin conseguí un billete para Vladivostok, con parada de 6 horas para cambiar de tren en Ulan-Udé.
El tren sale pasada la medianoche y me adentro en un vagón de esos diáfanos con 50 camas. Ya entiendo que en estos vagones no voy a hablar mucho, porque la gente que viaja en ellos no entiende de inglés ni lo más mínimo. Viene siendo como una criba económica. En las plazas más baratas viaja la gente con menos recursos. En su mayoría familias y gente corriente que el inglés lo conocen de haberlo visto de pasada por alguna acera. De películas y demás. Pero a eso ya me he acostumbrado y para ello sigo teniendo a Tolstoi como mejor amigo. De eso hace ya un buen tiempo. Por lo menos, por lo menos una semana. De hecho justamente una semana. No os preocupéis, que habrá más historias de billetes de avión más adelante.
Al despertarme en el tren ya estamos casi en Ulan-Udé, ciudad de la que hablaré en las fotos pues no tengo mucho que contar. Después de hacer tiempo subo a mi nuevo tren, que sale de Ulan-Udé pasado el mediodía, a la hora de comer. Yo tiro para adelante con mi “Net russki” (no ruso) para hacer entender que no hablo ruso, que no soy ruso, que no como filetes rusos y que no me subo yo a la montaña rusa (cosa que es verdad, porque en Irkutsk al final los planes de subir a la montaña de acampada no sucedieron). Con mi “net russki” continúo, pero la gente quiere algo más de mí. La gente intenta comunicarse conmigo, al menos dos, con la intención de que cuanto más hablen más aprenderé ruso. Debe ser algo así, porque a cada gesto de subidita de cejas y de hombros por mi parte, más ruso sale por la boca del caballero. En este caso un señor, que tras entender que no entiendo, decide mostrarme un vídeo de su móvil. Bien. Curioso vídeo en el que aparece una señorita en el escenario, vestida de traje, realizando ese truco con el pañuelo mediante el que se lo mete en un puño y lo saca por una manga. Para dar a entender que no hay ni trampa ni cartón, la susodicha señorita se quita la chaqueta y se queda en sujetador. A continuación realizará dicha maniobra de nuevo, sacando el pañuelo de la falda y quitándosela posteriormente para dar a entender que hay tampoco había nada que esconder. Una vez teniendo a la artista en ropa interior, la siguiente prenda que se quita es el sujetador, y a continuación las bragas. A estas alturas yo no sé si sonreír o sonrojarme. Con la chaqueta me reí, con las bragas aluciné, pero con el final de la actuación, en el que la mujer se saca el pañuelo del interior de su “flor”… En ese momento le dejé el móvil en sus manos, sin querer saber mucho más de ese hombre.
Me pongo los cascos para escuchar algo de música rusa, pero el buen hombre no está demasiado contento con el primer vídeo, que opta por enseñarme un segundo. Este viene siendo aún pero. Con música de desfile militar de fondo, aparecen aviones mostrando la bandera rusa, haciendo cabriolas. Desfiles militares, soldados divirtiéndose en el ejército, conduciendo a gran velocidad sus coches militares… todo amenizado por fotos de señoritas de buen ver cada pocos segundos, hasta que una de ellas aparece realizando ciertas felaciones a cinco o seis de los soldados a la misma vez. Al vídeo le quedan como dos o tres minutos más, pero no tengo intención de ver más barbaridades, y se lo devuelvo con cara de “para ti tus fuerzas armadas”.
Leyendo, comiendo fideos secos que mojados con agua caliente cogen regustillo, escuchando música, dormitando y demás, paso el tiempo como puedo. Me paseo de un lado al otro del vagón, pero la verdad es que no hay mucho que hacer. No me apetece demasiado ir a la cafetería a ver si me relaciono con nadie, así que me quedo en una ventana mirando los árboles pasar. Mirando ese verde de las montañas del otro lado del Baikal. Echando de menos ese paraje al que en alguna ocasión volveré.
Pegado a esa ventana se acerca una chica morena de ojos azules. Me habla en ruso y le dedico mi frase cautivadora en ruso: net russki. La chica me dice que habla inglés. Que ha estudiado turismo y que vive en Vladivostok. Tras unos minutos de conversación comentando, como es cotidiano ya, mi viaje alrededor del mundo, ella me dedica una frase en ruso y se pira sin mediar palabra. Ha debido ser que no le ha caído en gracia la historia de mi vida, porque se ha ido y ha pasado de mí durante todo el viaje. A continuación, por el rabillo del ojo de mi mirada perdida en el paisaje surge una señora buriata, natural de la zona, que me habla con una sonrisa de oreja a oreja (en ruso), mostrando su 85% de oro en sus dientes. Me habla y sonríe, como quien intenta vender algo y te guiña un ojo como gesto de complicidad. Cuando le digo “net russki” se gira, mira a la chica de antes, me mira, y me susurra algo al oído. No entiendo nada. En algún intento de cruzar alguna mirada para ver si podía conseguir alguna nueva conversación en inglés, más por pasar el rato que por hablar con ella, se ha girado y se ha ido. Algo habré dicho que no le ha gustado. Pero no sé el qué. Tampoco me quita el sueño.
Eso fue el primer día después de subir en Ulan-Udé. De ahí en adelante todo fueron conversaciones escuetas en inglés con el que duerme debajo de mi cama. O, mejor dicho, en la cama que está debajo de la mía. Chapurrea algo inglés, y le comento mi viaje. A lo largo del trayecto hacia Vladivostok a veces oigo en el vagón “India, Australia, espanski (español)”, por lo que en el vagón, y de boca de diferentes personas, se habla de mí bastantes veces. A lo largo de todos estos días montando en tren he deducido que la mayor parte de la gente que viaja en el transiberiano como turista lo hace en los vagones “kupe”. La clase superior a “plaskart” sin llegar a ser “lux”. Hay una barrera entre ellos y los que somos más de “plaskart”. Otros vagones, otras historias. Yo, me ciño a mi vagón de gente mundana con camisetas de tirantes descoloridas, melones y sandías, morenos de obrero, maletas cochambrosas y demás. A lo largo de los días en ese tren que me lleva hacia el final de un viaje soñado observo que cuando le toca el turno de “azafato de cabina” al chico, no se friega. Solamente friega la chica en su turno. Llamémoslo machismo. La tarea de ir al baño es ardua. No solamente porque mear de pie con el meneo del tren lo hace complicado, sino porque cuando me decido a ir al baño encuentro mis inconvenientes. O está cerrado porque vamos a parar en una estación, o está ocupado… Vuelvo a pensar que aquí las ganas de mear las tienes que buscar tú. Que el baño está libre, pues tú vas y pruebas a ver si tienes ganas de mear o de algo más. O una lavadita de dientes. Lo mismo pasa con las comidas, que ya las hago por aburrimiento o por hueco libre, no por hambre. Y, acordándome del pollo con arroz de Gala, aquí lo que abunda es el pepino. Todo el mundo tiene pepinos. Ilya y Nadia me han dado dos para el viaje. Sin pepinos debe ser un viaje aburridísimo. Un jardín sin flores debe de ser como un tren sin pepinos.
Todo eso en los tres días desde Ulan-Udé hasta Vladivostok. Al llegar a Vladivostok la ciudad se ve inmersa en la niebla. Lo más alto de los edificios se funde con las nubes. El gris de los bloques de viviendas se comienza a difuminar con el nublado cielo vladivostokeño. Alexey me ha dicho que me irá a buscar a la estación. Cuando parece que uno llega a Vladivostok todavía le falta una hora. La ciudad está crecida a lo ancho, y es que en realidad son dos en una. Por lo que me ha dicho Alexey, en el futuro Vladivostok absorberá a la otra, de la que no recuerdo el nombre, pero en la que me encuentro ahora en el Aeropuerto. Llegando a destino reflexiono sobre un viaje largo y sin retorno que me ha llevado por todo lo ancho de Rusia, picoteando un poco de algunas de sus facetas. El número de cama y vagón que te toque marcará tu viaje para bien o para mal. Tú eliges “plaskart” y después todo depende de los otros números (personas); Ir solo rodeado de tanta gente al final no es soledad, aunque si la buscas la encuentras, salvo que te venga uno con vídeos de las fuerzas armadas; el tiempo que pasa son solamente las agujas que marcan los “cuándo hacer algo”. Para todo lo demás, elige tu propio tiempo y momento; el tiempo para reflexionar debería ser un derecho fundamental, una obligación sin remedio; la vergüenza de no hablar el idioma local es un hecho que te acongoja por no poder expresarte y sentir que no te quieres integrar, aunque quieras; hacer lo que quieres, cuando, donde y como quieres depende de lo que quiera, cuando, donde y como lo quiera hacer alguno de los susodichos con los que compartes vida; el ser humano es irrespetuoso y egoísta, no sé si por naturaleza o porque se le ha criado así (a portazos, baños llenos de mierda, conversaciones a gritos a las 3 de la mañana y demás me refiero); las necesidades básicas en un tren de este tipo se ven satisfechas con lectura, meditación, café, fideos caldosos, lavado de dientes y meditación sobre cómo realizarlo y en qué orden.
Vladivostok va a ser la sede de la Cumbre Asia-Pacífico 2012. Por ello y mucho más, se trata de una ciudad que Alexey y yo hemos denominado: Vladivostok; Under construction. Nada está acabado. Puentes a medias, carreteras en obras, calles en obras, socavones, ladrillos por todos lados, hoteles a medio construir… a mi llegada el martes, nos damos una vuelta con mi macuto a cuestas para después ir a casa de Alexey. Hemos comprado unas entradas para el fútbol. El Vladivostok es un equipazo! Resultará ser un partido frenético, en el irónico sentido de la palabra, en el que pierde por 0-1 en casa, habiendo fallado tres ocasiones que ni yo con los ojos vendados. Hay borrachos desperdigados por la grada, que gritan en ruso cosas graciosas, por las risas de la gente. Hay que decir que, pese a que deportivamente carece de interés, el partido tiene alicientes fuera del juego. En Rusia no dejan consumir bebidas alcohólicas en el interior de los estadios, por lo que la gente, en el intermedio, huye hacia las tiendas aledañas a apretarse los medios litros de cerveza en 10 minutos.
Tras el partido nos dirigimos a casa. Ha sido una tarde frenética que nos ha dado que reír. Alexey me cuenta en casa que es un amante del tango. Que lleva bailando en una escuela unos cuantos años, y me ha enseñado lo apasionante de este baile. Técnicas y ritos (en la teoría) mientras bebíamos unos chupitos de vodka. Vodka al cual no me he podido resistir a comprar una botellita para convidar en el próximo destino. El miércoles, dando una vuelta por Vladivostok, me doy cuenta de lo “under construction” que está. Todo está levantado, lo que hace que una nube de polvo constante flote en el aire. El calor aumenta un poco el agobio, y el tráfico masivo es uno de los principales problemas. Nada tiene remedio aquí, según Alexey. Incluso con la Cumbre Asia Pacífico por delante, y todo está a medio hacer a un año de inaugurarse (el corrector Word me acaba de mostrar la manera de escribir INAUGURACIÓN, la cual yo escribía, o tal vez no había escrito pero la tenía en la cabeza como INAGURACIÓN) la ceremonia. La gente conduce como loca en una ciudad llena de socavones en la que lo mismo en medio de una avenida loca de 5 carriles por banda te encuentras a un tío en silla de ruedas por medio de dos carriles. O un conductor con la cabeza y los brazos por la ventanilla mientras conduce, que luego resulta no ser conductor porque aquí la gran mayoría de los coches tienen el volante en el otro lado porque vienen de Japón. La gente no pita, pero asusta con la manera de conducir.
Por la noche vamos al faro de Vladivostok. Una sitio petado de gente, que va a tomarse un vinito por la noche con su pareja. En coche, claro, que según Sergey “aquí, si tienes coche, se te olvida andar”, entre algunos otros dichos como “la cerveza sin vodka es dinero que se lleva el viento” en honor a una cerveza que le mola a él que lleva vodka. En el faro yo voy preparado con mi bañador, porque me ha dicho que se puede uno bañar. Y es que le dije que me hacía ilusión un primer baño en el Pacífico, aunque sea el chapurrero Mar de Japón. El agua está bastante calentita, y debe ser por la frecuencia de barcos de alto tonelaje que pasan por este puerto. Tras bañito y conversación con Alexey y las tres Svetlanas, porque Sergey está casado con Svetlana, la cual tiene dos amigas que también se llaman Svetlana. Me he empezado a creer que es el nombre nacional, y de no gustarme, le he empezado a coger el gusto cuando lo dice él, en diminutivo y con acento ruso: “shvetia”.
Pero el regustillo que me quedará de Rusia y de Vladivostok, y de mi incompetencia y ligereza a la hora de preparar las cosas, me lo dará el jueves de mi partida. Tras un día de acá para allá haciendo recadillos, recogemos a Svetlana y a una de las compinches de mismo nombre y nos movilizamos hacia el aeropuerto. El Aeropuerto de Vladivostok es como si te digo yo que el Aeropuerto de Soria es el de Madrid. Dos horas en llegar! Hemos salido un poco tarde y la carretera es como la pista forestal de Cebollera después de un invierno (que ya sabemos a estas alturas que el agua estropea los caminos y oxida las cañerías). Y aquí mis compis deciden llevarme a la maravillosa playa de Vladivostok antes de ir al aeropuerto. Yo creyendo que íbamos pegados de tiempo, y paramos a echar un cigarro en la Torrevieja diminuta de Vladivostok. Palmeras de neón, música en coches grandes y cantosos, gente fiestera por el paseo marítimo… No tenía desperdicio, al estar todo amenizado con música de artistas nacionales. Bien, pues al llegar al aeropuerto me doy cuenta de que no era necesaria más que media hora de antelación, porque tiene dos mesas de facturación, y dos arcos de control. Una puerta de entrada y una salida. Todo esto en la zona “internacional” del aeropuerto, que es más pequeña que la nacional. Ellos se van y yo me quedo a una nueva entrega de mi aventura. Al llegar al mostrador de facturación se quedan mirando mi pasaporte y me piden el visado vietnamita. Yo no tengo visado vietnamita porque no tenía necesidad de tenerlo, según leí en una (mentirosa) web de la embajada de Vietnam. Bien, tengo que cambiar los billetes para dentro de uno o dos días para que me dé tiempo a conseguir el visado. La agencia me dice que hasta el día 19 no tienen billetes disponibles. Yo solo tengo visado hasta el día 12. Diferentes opciones en el horizonte, todo con comunicación directa con Asturias, donde se encuentran los operadores de Matrix, Nati y Eloy, buscándome una salida al hiperespacio. Las opciones se barajan, desde ampliar el visado “de emergencia” por tres días más, pero no hay vuelos disponibles. Enterarme si es verdad lo del visado para conseguir uno. Preguntar en dos hoteles y no tener habitaciones o no querer dármelas en ninguno de los dos. Sucumbir al sueño entre llamada y llamada. Intentar hablar en ruso. Ser ayudado y recibir condolencias de la mujer que no me deja pasar el control, porque en Pekín o en Vietnam puedo ser deportado de vuelta a Vladivostok, y de Vladivostok a España porque no tengo visa en Moscú. Así se presenta la historia, entre llamadas a la agencia, a los consulados y embajadas desde los operadores con base en Gijón. Los agentes Eloy y Nati al final me consiguen informar de un vuelo que sale por la mañana, sin salirme de plazo para el visado ruso, hacia Seúl, Korea del Sur. Allí no necesito visado. Pero tengo que cerciorarme. A partir de ahí todo queda en mi mano gracias a mis colaboradores que enumeraré en el orden que me salga: Madre y Padre (nombres en clave “liquen ligero” y “piña gorda”, algunos sabemos el porqué), Dasha from Russia (rubia de ojos verdes de Moscú, que me facilita la información fidedigna por parte de un amigo que ha trabajado en la frontera: NO NECESITO PAPELES MÁS QUE EL PASAPORTE), Anita (por su apoyo moral y ser alguien a quien contar la historia riéndome, aunque agobiado y con una sustancial pérdida económica en el bolsillo), Alexey (por sus eternos GOOD LUCK en sus llamadas telefónicas y mensajes), y a algún que otro empleado del Aeropuerto.
HE LLEGAO A COREA!!! DESDE EL AEROPUERTO!!!
Estación de Ulán-Udé |
Tren conmemorativo en Ulán-Udé |
Cabezón de Lenin en Ulán-Udé |
Si así están los buzones de Vladivostok, imaginaos las carreteras |
FC Luch-Energiya Vladivostok (en ruso: Футбольный клуб "Луч-Энергия" Владивосток) |
Los deberes para la cumbre Asia-Pacífico: Acabar este puente |
Curiosa forma de poner que de lunes a sábado se abre de 10h a 20h y los domingos de 10h a 19h |
No pisar los trenes |
Sí, llegué a Vladivostok, hay una foto que lo corrobora |
Vladivostok: Under Construction |
Después de un bañito en el Pacífico, con las Svetlas y Alexey |
Hasta otra, Rusia |
dioooosss!! me estoy convirtiendo en un yonki de esto, antes necesitaba el periodico pa desayunar, los últimos días me vengo al bar a tomar el cafelito con el ordenata a fliparlo y deskojonarme solo, la peña del pueblo lo flipa mas y el delbar ni te cuento!! yo necesito contarle estas cosas a la peña, asi ke puede ke te hagan club de fans en Astillero (Cantabria)... /yo lo siento pero esto es pa contarlo al primerx ke pase/
ResponderEliminarBueno...muxa suerte y ya ke has meado en el transiberiano con dificultades lo vas a flipar cuando tengas ke mear con mala mar en un barcuxo vietnamita, o koreano o filipino a este paso!! cantabria infinita: muxos besos de teta y ektor.
joder yo también lo flipo con las crónicas de bohua desde el Conceju Cantabru,y Hector no lo dudes que dentro de poco habrá muchos clubs de fans.
ResponderEliminarBohua no he podido ingresarte las pelas,pero si quieres te las ingreso esta semana o a la que vuelvas te las doy en mano, como te venga mejor.no se si tendras mi email txum69@hotmail.com contéstame ahí.
Animo y espero con ansias el siguiente boletín informativo de las peripecias viajeras de Bohua. un fuerte abrazo. Tu pequeño pepo
He estado unos cuantos dias desconectado, entre vacaciones y vuelta al trabajo...... no termino de ponerme al dia!!!!. Madre Madre!!! vaya aventuras!!!!. Solo de imaginarme la situación, me acojono. Menos mal que al final todo se solucionó.
ResponderEliminarGRANDE!!!
Sigue adelante
PD: besos de la abuela Merce que está en Piedrafita con Paula.
jajaja, pero bueno! yo me quede en irtkusk primo lariiiiii!!! y ya estas por vete tu a saber dondeeee!!! esta noche soñe con nuestros norok en rumania, y con nuestro gran ekipazo, hay que repetirlo y lo sabes(eis, anita tambien va por ti;)).
ResponderEliminardisfruta mucho melooooon, que te lo tengo dicho, luego tienes que volver a contarnoslo todooo!!! me encanta leerte jamelgo! un besitoooooo. la cheli
p.d: vamos a veeeeeeer... tengo un jari atmosferico, tu por qué estas taaaaan negro?? pero tu no vienes de rusia?? jejeje
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