martes, 16 de agosto de 2011

서울특별시 (Seúl): Un primer contacto con el mundo oriental


Para el que me haya perdido la pista durante un tiempo, ahora mismo estoy en la novedad absoluta. Aparecí en Seúl el viernes, y todo aquí es diferente. Un aeropuerto moderno. Muy moderno. Salir de Vladivostok y aterrizar aquí es como volver a Madrid después de estar en el pueblo. Un día muy gris se avecina nada más llegar, y la lluvia y las nubes lo rodean todo. Después de pasar por aduana, en la parada de autobús una chica me pregunta de dónde soy. Su nombre es Lim. Va coger el mismo autobús que yo y, hablando, hablando, se va a bajar en la misma parada que yo. Con su iPhone en mano en todo momento me va enseñando donde estamos, a donde vamos, dónde está mi hostel… Sí, porque el aeropuerto de Seúl tiene internet. Así llegué y me puse a enviar email, subir al blog… Dos horas estuve en el aeropuerto enganchado a internet después de la caótica salida de Rusia.

Por primera vez piso una calle coreana y, por consecuencia, una calle asiática. La adrenalina recorre mis venas. Es otro planeta. Desde los rasgos orientales hasta el alfabeto, pasando por todas esas facetas que les hacen a los coreanos tan particulares. Tienden a ser japoneses. Se hacen fotos con dos dedos levantados, como en las películas. Tienen karaokes para los días de lluvia. Visten a la moda (de aquí), extravagantemente, fashionmente… algunos llevan gafas porque no ven, otros llevan gafas como accesorio. Solamente la pasta, sin el cristal. Se hacen fotos en los fotomatones y luego les ponen flores y demás adornos como recuerdo. El que no tiene un iPhone tienen un Samsung (marca nacional), el que no lee en un libro electrónico es porque directamente tiene un TabletPC. Nada más pisar la calle me encuentro un Starbucks, un Dunkin Donuts y un Subway (el de los bocadillos) en las tres esquinas que diviso desde mi posición. Pero son tan modernos, tecnológicos y apasionados por la moda como hospitalarios. En cuanto te ven desplegando el mapa te preguntan si te has perdido. Hoy he ido a la embajada china y le he preguntado a un hombre si sabía dónde estaba. No lo sabía, pero ha llamado a alguien para que le dijera. Son muy amables, a veces demasiado.

El idioma no es un problema demasiado grande, puesto que todas las calles y estaciones están también en alfabeto latín. Han sido unos días un tanto raros, porque está lloviendo constantemente. He mirado la previsión del tiempo, y parece que va a estar lloviendo aquí en Seúl durante diez días más. Y, de verdad, aquí llueve de seguido. No para.

He conseguido, durante estos dos días, quedar con dos chicas coreanas para tener algo de contacto con gente de aquí. Anna Lee es coreana pero vive en Darwin, Australia, por lo que seguramente la vuelva a ver allí. Binna Choi también es coreana, y ha estado estudiando en Cambridge durante un año para mejorar el idioma. Unos cafés, mucha conversación sobre viajes, y algo de ayuda para este, mi nuevo destino. Mi próxima parada, mañana, será Chungju. Allí espero que el tiempo mejore algo, porque pretendo ir a un lago, que no va a ser como el Baikal pero tiene muy buena pinta. Y también a dos montañas que está cerca de esta ciudad.

Un señor, creo que es dueño del hostel, no para de reír. Habla inglés sin conjunciones y sin pasado ni futuro. Cuatro palabras todas unidas con un acento que es descojonante. Me recuerda mucho a este video: http://www.youtube.com/watch?v=5RIooRoNppo . Algunos ya saben de qué estoy hablando. Habla al ritmo de “Me. Barcelona. Spanish. Jajaja. Uhhh. People. Barcelona. Uhhhh. Very bar. Very many bars. Uhhhh. People. Many chino in Barcelona. Jajaja. You Barcelona? No? ohhh. Madrid!!! Uhhhh. Fútbol, Madrid, Barcelona!!! Jajaja”. Y yo mientras tanto, me descojono!

A alguno que yo conozco le gusta la comida picante incluso cuando se vuelca un bote entero de guindillas en la sartén y las tiene que quitar para poder comerse lo que queda. Aquí hay que estar al loro con lo que uno come, porque puedes tener el error de pedir algo más allá del picor. Algo que llega al borde del infierno. Es el magma del volcán en tu boca. Yo señalo, y me sirven. De momento no he tenido problemas. Con una ración de lo que sea te llenas. Todo muy sabroso. Todo muy cambiado y en ocasiones extravagante. Algunas me perderán el respeto por estos. Otros alucinarán. Otras pondrán cara de asco. Tito Fer, esta va por ti: Parte de tu presupuesto ha ido mucho más allá de aquel hojaldre de carne con yogur. He comido pulpo vivo. Lo cortan delante de ti. El elemento en sí se sigue moviendo cuando está cortado y te lo pasan al plato. Con los palillos, con los que ya empiezo a demostrar algo de destreza, tienen que cogerlo, amarrarlo, pasarlo por la salsa, y metértelo en la boca. Debes masticar hasta que no puedas más, porque si lo tragas antes aplica las ventosas en tu garganta y te ahogas. No he podido conseguir Couchsurfing aquí más que para quedar, así que esto del pulpo me lo ha enseñado un canadiense de padres taiwaneses.

En el hostel la mezcla es interesante entre canadienses, francés de origen koreano que en su momento fueron adoptados y vienen a ver a su familia biológica, gente de Texas, ingleses, una alemana, un eslovaco, incluso un coreano. Todos con su propia historia que contar y con ganas de escuchar. Un estadounidense de origen portugués aprende coreano a ritmo de repetir lo que dice una cinta y leer lo que pone en un libro. Fue él el que me dio la idea de ir a China desde aquí, y de ahí ir a Vietnam, todo sin volar.

Hoy martes he ido a la embajada de China, y me han dicho que los visados los tramitan en el consulado. Más que decírmelo, me ha señalado un cartel en inglés, coreano y chino. Al llegar al consulado me he encontrado una cola de cerca de 100 personas. Una señora me ha preguntado si tenía pasaporte y me ha mandado al principio de la cola. Creo que ha sido un trapicheo en toda regla y me he colado. Al ir a entrar a la embajada, todo el mundo enseña su pasaporte. Sin abrir. Solamente para dejar ver que lo lleva. Al enseñarlo yo, he pasado, pero en milésimas de segundo las autoridades chinas me han cogido por un brazo, me han tirado para un lado y me han preguntado de dónde era. A mi respuesta me ha señalado la puerta y un cartel: “Visas should be made by travel agencies (los visados se deben hacer a través de agencias de viajes)”.

Me he vuelto al hostel y he hecho un poco de investigación en internet. He conseguido que no me entrase la pereza y me he ido a una de las agencias que tramitan los visados a China. Necesito un permiso de “residencia” que solamente se otorga a estudiantes y trabajadores temporales. No a turistas. La chica coreana de la agencia me ha mirado sonriendo y me ha dicho: “conseguir un visado chino no es tan fácil”. Así que de nuevo ando con falta de plan para dentro de unas semanas. Debo ponerme un poco con ello, pero eso será en la próxima ciudad, al pie de las montañas, donde vive mi amiga CS. Quién sabe dónde voy a acabar esta vez. Tal vez en Filipinas, por lo que he estado mirando. Ya me he comprado la guía de Lonely Planet de “Sudeste asiático para mochileros”. Se va a cagar la perra!

El lunes fue el día de conmemoración de la independencia de Corea, que después de la Segunda Guerra Mundial fue liberada de la ocupación japonesa. La ciudad estaba totalmente llena de policía. Había un despliegue monumental que no había visto yo en mi vida. Escuadrones enteros de fuerzas de seguridad con integrantes muy jóvenes jugando en el iPhone mientras esperaban nuevas órdenes. Curiosa imagen de un curioso país, sumido en la tecnología y con un intenso sentido de la hospitalidad y la educación.

Mañana más, porque la verdad es que hoy no tengo muchas más ganas de escribir, ni muchas más historias que contar. Esta ciudad, por lo grande, inmensa, me abruma. Me muevo hacia Chungju.

Aquí, en Seúl, la lluvia me dio la bienvenida. Si ampliáis, sabréis que Ana tiene una compañía aérea

El Palacio Gyeonghuigung, en todo el medio de Seúl. Al principio choca ver esto en medio de una ciudad. A ellos les costará ver el Palacio Real en medio de Madrid


Las tejas del palacio Gyeongbokgung, que no es el mismo que el anterior, pero también está en Seúl

Palacio Gyeongbokgung


Sujetacepillosdedientes del Hostel. no es muy higiénio que digamos


Pulpo

El canal pasa por medio de Seúl, dándole más humedad si cabe, pero tres kilómetros y medio de "playa" donde la gente se refresca los pies, y donde a mi me falta la cervecita y unas cartas



Los chorritos de Seúl

Y los niños intentando taparlos con los pies

El General Lee rodeado de rascacielos en Seúl

Aquí también hacen competiciones para ver quién es el que deja el último desperdicio en la basura. Gané yo, con pajita azul, arriba del todo

El barrio en el que estoy

 

3 comentarios:

  1. Pues si que dan de si los pocos euros que te dimos......

    Nueva etapa, nuevas aventuras, espero que no tan EMOCIONANTES como la salida de Rusia.....jejejejeje

    Sigue adelante

    GRANDE!!!

    Besos enormes willy fog

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  2. No hay quien gane al tito Fer, pero lo mío también tiene mérito. Aquí, en el Sime, conectado a su Wifi y venciendo a la siesta 8no como otras) después del enésimo cordero. Vladivostok no te ha hecho perder la chispa. Felicidades.
    Padre.

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  3. Aquí está la de la siesta, tras el estupendo cordero de la abuela. Ya sabes, no tan exótico como el pulpo vivo (el asado estaba bien tostadito y crujientito), pero riquísimo. Estamos de resaca de fiestas pero para no perder la costumbre hoy mismo empiezan las de Villar. Qué no decaiga!
    Muchos besos desde El Valle.
    Mamá

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