sábado, 20 de agosto de 2011

충주시 - Chungju: Consejos para un viajero


Algo me llama la atención cuando llego a Chungju, y es que aquí no va a haber ni un solo occidental sin ojos rasgados que me guiñe un ojo o me dedique una mirada complicidad cuando nos crucemos por la calle. Bajo del autobús y dedico 5 minutos a un cigarro para asimilar los contenidos nuevos de esta ciudad que desconozco y que mi afán de improvisación me ha llevado a visitar.

Me dispongo a salir de la estación por donde pone EXIT y desemboco en lo que parece un centro comercial. Y es que, sí, en cada estación de autobuses parece ser que tienen adherido un centro comercial que los convierte en centro de transportes y compras de la ciudad. En esta ocasión se llama Lotte Mart, y es despampanantemente grande. Una niña que no pasa de 5 añejos me señala y se ríe. Toca en el hombro de su hermano y, señalándome los dos, se ríen. Me miran a los ojos como diciendo “vaya ojos más grandes tienes!”. Y yo pensando “para verte mejor!”. En ese momento me acuerdo de Seto. Seto y alguno más que haya estado en Venecia sabrá por qué.

Salgo de la estación y en diez minutillos Jade está allí. Jade es estadounidense, adoptada. Ha vuelto para ser profe de inglés aquí por lo que, como ella misma dice, su coreano es de principiante y para salir del paso. Me empieza a no importar demasiado el mezclarme con nativos o no. Al final, simplemente el estar con gente que conozca más la ciudad que uno mismo hacen de la experiencia algo mejor. Nos vamos a su casa y me pego una ducha que me reaviva el alma. Aquí sigue lloviendo a cántaros y me pregunto cómo pueden aguantar toda una vida de lluvias. Alguien me ha comentado que la temporada del monzón ya tenía que haber pasado. Que se supone que el monzón pasa en junio y julio, pero llevamos medio mes de agosto y aquí vamos a salir nadando. De hecho han tenido varias inundaciones bastante importantes en el sur del país.

Salimos de casa y vamos andando hacia el centro. Hemos quedado con una amiga de Jade para tomar algo. Como ya es costumbre, cuento mi viaje y mis planes de futuro, los cuales algunos de vosotros ni siquiera sabréis. Entre contar mi batallitas anteriores y frecuentar dos bares bastante “cool” de Chungju me decido en mi plan siguiente. De hecho, a día de hoy, ya tengo comprados los billetes que me llevarán a mi siguiente destino. Señoras y señores, al no dejarme obtener el visado chino mientras estoy en corea, me voy a Manila. ¿Y dónde está Manila? En Filipinas. ¿Y dónde está Filipinas? Pues al este de Vietnam. Desde Manila cogeré otro avión hacia Vietnam, pero esta vez con papelito para Vietnam. Con todo bien hecho. Ya tengo los billetes que he comprado hoy mismo para Manila, y además te exigen que tengas el billete de salida cuando entras al país, así que también tengo el billete de salida desde Manila a Ho Chi Ming City.

Después de aquellos bares “cool”, el jueves me levanté y Jade no estaba. Se había ido a currar. Aquí la mitad de la gente que estoy conociendo son profesores de inglés en Corea. Así que Jade tiene un horario bastante apetitoso (de 9 a 11) y cuando llega de currar parece que nos vamos a patear montaña. Me dice que hay una montaña justo aquí al lado. Que le apetece tomar aire a ella también, y que parece que va a hacer un buen día. El único en toda la semana que no llueve. Decididos, no vamos hacia el monte Ham San.

De camino al monte conversamos, pero en cuanto empieza la subida las palabras tornan a ser resoplidos. El aire fresco torna a ser sudor. Y los insectos y pajarillos son los únicos que se comunican en esa zona. La gente va ultra-equipada para una caminata de nada. O, al menos, lo que creo yo que va a ser una caminata de nada. Empezamos a subir y aquello mezcla escalones de madera con veredas de piedra ascendentes al lado del curso de un arroyo. Un arroyo que, por la pendiente, suena con fuerza, dándonos más sed de la que deberíamos tener. Pero el agua ahí es totalmente potable y no falta. A mime falta el aliento en ocasiones, pero el orgullo vence al cansancio, el sudor y el esfuerzo vencen al tabaco. En una parada Jade me dice que le cuesta seguirme el ritmo. Yo me descojono por dentro porque no sé si el ritmo que llevo es el mío o es el de Fermín Cacho que me empuja. Le digo (a Jade, no a Fermín) que yo tengo las piernas más largas. Pero mis piernas largas están que se rompen. Me falta ese romper a sudar para coger carrerilla. Y en cinco minutos ya no existen los problemas y subo dejándome llevar por mis pies.

Al llegar arriba del todo la recompensa nos espera. Al otro lado una consecución de valles, de los cuales puedo contar hasta seis o siete, regados por el lago Chungjuho. es muy bonito, pero es una lástima que esté nublado y no pueda verse con total definición. Pero bueno, una vez más, estoy en lo más alto. O al menos en lo más alto posible para no haber ido a Woraksan, que es la montaña más alta del lugar. No he tenido oportunidad ya que he hecho el vago y no he tirado para adelante. Ambas dos.

Cuando bajamos y llegamos a casa, Jade gana el campeonato de siesta. Le explico que, al contrario de la creencia popular fuera de España, en España sí que existe vida después de comer. La gente entiende como idea genera que “España duerme la siesta de tres a cinco de la tarde” y que no hay una alma dispuesta a salir a la calle en ese tiempo. Después de explicárselo, ella se toma su propio tiempo para la siesta. Yo me dedico a estudiar sobre Corea, sobre Filipinas, sobre usos y costumbres, billetes y visados, moneda y comida… Cuando se despierta nos vamos a comer. Es un poco tarde para ser Corea, pero no nos importa. Aunque ella mira un poco sorprendida el reloj.

Aquí debo hacer el inciso para explicar que he comido con palillos por primera vez en mi vida. Bueno, alguna vez lo habré intentado con anterioridad, pero nada que se parezca a esto. Aquí TODO se come con palillos. Menos la sopa, que no cunde. Dak galbi con palillos, Boshingtang (pero guisado con verduras) con palillos, spaguestis coreanos con palillos… voy adquiriendo destreza con ellos. He probado el licor nacional, el “soju”. Hecho a partir de la fermentación de arroz, no tiene nada que envidiar a un buen vodka.

Esta mañana (Viernes) me he dispuesto a dar una vuelta por la ciudad y por sus afueras. Y como yo soy como soy, pues me he dedicado a andar sin rumbo. Bueno, en realidad me había puesto como destino Jungangtap, que es una pagoda de cinco pisos junto a un templo. Pero las distancias de mi mapa, muy ilustrado y muy colorido, no son nada fieles a la realidad y ni siquiera están a escala, por lo que al llega a cierto punto me he tenido que dar a vuelta porque habíamos quedado para comer Boshingtang (el perro) y no llegaba. Pero he estado en un parque muy cuco, aunque escueto. Ahora pretendemos irnos de barbacoa no sé dónde con los profes.

En fin, que en este momento Chungju ha sido como una ciudad de paso para aclararme sobre qué hacer en Corea y ubicarme un poquito. El próximo destino es Gyeongju, una ciudad milenaria de la dinastía Silla. A ver que me depara el futuro. Chungju y estos profes me dan que pensar. No había pensado en todo este tiempo a qué quiero dedicar mi vida en el futuro, y ser profe de español en el extranjero se empieza a ver como una opción apetecible y con sentido. Simplemente una primera centellita que ilumina mi cabeza. Todo se irá forjando, y de momento, por supuesto, no quiero pensar en trabajar durante un largo tiempo.

Este viernes nos enfrentamos a una barbacoa con palillos. Pero no es una barbacoa normal. Es en un bar donde en el centro de la mesa tienen ascuas y fogones en los que cocinar todo lo que quieras. Tú pides carne. Ellos te traen todo lo que se puede uno imaginar de guarnición. Me enfrento de nuevo a la odisea de los palillos. Los empiezo a tener controlados. Solamente se me caen un par de cacho de carne. No al suelo, por suerte. Entre cerveza y pinchadita hablamos de viajes, planes pasados y futuros. He cogido fuerzas en Chungju para seguir con mi rumbo sin rumbo. Junto a una cerveza de tres litros (compartida), y sin compañía coreana más que la de las mesas aledañas, me abruman ideas y consejos (más aún) para Filipinas, Camboya, Laos, Tailandia… He hecho buenos contactos aquí en Chungju para pedir ayuda en el futuro.

Hoy sábado he partido desde Chungju hacia Gyeongju. Parecen lo mismo pero no lo son. De hecho no tienen nada que ver. Sigue lloviendo durante una gran parte del día, y parece que por la noche para, lo cual para el viajero viene siendo una bonita putada. Sigo mi curso y me cojo un autobús que me lleva a Daegu, para luego coger otro hacia Gyeongju. En el tren que sale de Daegu, el conductor anuncia el viaje por el micrófono con eco. Parece que presenta un show coreano sin igual. Lo nunca visto! El trayecto Daegu Gyeongju conla mujer barbuda!!! En el trayecto cojo mi maravillosa guía gratuita y estudio las letras coreanas. Más o menos tengo la mitad de las consonantes pilladas, y todas la vocales. Algo sé descifrar. Incluso sé escribir mi nombre en coreano. Sigo jugando al mismo juego de intentar leer todo lo que veo por la calle, al igual que hacía en Rusia (y al igual que hacía de pequeño, según mi madre). Tras el viaje llego a Gyeongju. Llueve y no tengo ni puta idea de donde está el hostel que me he apuntado en la libreta. Ando hacia donde se supone que está mi hostel, por la idea que recuerdo de googlemaps. Me decido a preguntar, y tras tres intentos fallidos en coreano, consigo dos respuestas en inglés que me llevan directamente al hostel. No ha sido tan difícil, y menos con el equipamiento que me he elaborado con el tiempo: funda para el macuto, funda para la mochila, funda para mí y paraguas!!! Soy un hombre que repele el agua de una manera eficaz!

El Hostel está lleno, pero el de recepción llama al dueño y me lo pone al teléfono. Me dice que hay una habitación compartida, y eso es lo que yo busco. Es la habitación de mantenimiento, por lo que parece. Ahí están todas las sábanas, mantas, almohadas… del hostel. Acoplo los bártulos y me voy comer. Son las seis y media y no he comido en todo el día. Se me olvida!!! Busco un sitio, y paso de comprar comida en un FamilyMart. Es el SevenEleven de aquí, porque aquí o no tienen, o no los he encontrado, mercados normales con carne y verduras. Tampoco me apetece cocinar, así que me dirijo hacia algún sitio que tenga fotos de lo que ofrecen. Tras pasar dos o tres, el cuarto en discordia va a ser. Veo los precios a través de la ventana y hay algo por tres o cuatro euros. Y por mi experiencia, aquí por tres o cuatro euros te pones las botas. Entro y veo la carta. El señor, mayor, me coge del brazo y me saca fuera para que le señale lo que quiero. Elijo algo en salsa roja. En el dibujo parece interesante. Entro y el señor me da agua fresquita. En lo que bebo y no bebo levanto la cabeza y el señor trae está preparando una bandeja con cuatro, cinco, seis… nueve! Platitos con diferentes cosas. Después va el plato principal, cocinado. Me lo trae todo en la bandeja, que debe tener un metro de diámetro. Entre las delicatesen se encuentran: hojas de sésamos hervidas, taquitos de gelatina de no sé qué, peces minúsculos macerados y secos, pimientos verdes en salsita roja riquísimos, repollo en vinagre con pimentón (o parecido), y el plato principal que viene siendo panceta de cerdo en adobo con una salsa roja medio picante. De todo el resto, o no me acuerdo o no sabría decir muy bien lo que era. Mi destreza con los palillos crece. No utilizo la cuchara más que para probar una sopa de con brotes de maíz que está mala tirando a asquerosa. Joder, me he puesto las botas!!! Mientras ceno el señor y la señora, de unos sesenta, coquetean y se dan pataditas en el culo mientras están tumbados detrás del mostrador, como en la trastienda abierta. Es gracioso verles como adolescentes.

Vuelvo al hostel, y para un sábado cualquiera la cena ha estado de cojones. Mañana ceno en el mismo sitio y hago una comida al día, porque ahora creo que no me voy a poder alimentar más hasta dentro de 24 horas. Después de unas cervezas con unas polacas y de meterme en la azotea en una reunión de coreanos (quince) en la que hemos echado unas risas. Bueno, ellos se reían cuando hablaban en coreano y yo me reía cuando una coreana me decía que lo único que sabía decir en español era “tú haces el amor”. No sé si era una indirecta, pero ya sabéis que yo para esto soy un poco cortico. Total, que me voy a la cama sin hacer el amor.

Despedida en el metro de Seúl

La dársena 10 de Seúl me llevará a Chungju

Chungjuho desde Namsan, en Chungju - "ho" significa "lago". Asíque es el lago de Chungju. "Nam" significa "sur" y "san" significa "montaña". en total, el lago de Chungju desde la montaña del sur.

Encumbro Namsan

El riachuelo de Chungju

Casas en Chungju

La policía es tu amiga en Chungju. mirad que cara de simpáticos!

La iglesia más patrocinada que he visto en mi vida

Park (sí, la chica se llama parque), Lisa y Jade en Chungju. Me faltan Frances y Brian, los otros dos profes - Comiendo "bashingtang" (perro, segunda locura)

2 comentarios:

  1. Que grande eres!!!

    No concibo una barbacoa sin pan, cuanto menos con palillos!!!!

    Sigue adelante chinito de ojos grandes!!!

    Besos

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  2. jajaja que bueno tu¡ las entradas ruso-coreanas me estan molando mazo eh¡ no se si estas con coreanos o con hobbits, un flipe el verde-comarca. Dicen que por ahi hacen buenas parrilas, ya me dirás, esq ahora tengo hambre....
    Un besako hermoso¡ desde el madrid-de-mierda-estudios-y-calor-city
    Gora Lenin¡¡¡

    Meneillos

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