jueves, 1 de diciembre de 2011

Sen Monorom: Sintiendo elefantes

Tras recuperar fuerzas en Sen Monorom la primera noche, desayunando por la mañana me encuentro con Jerome, aquel compañero de viaje en “The Loop” en Laos. Grata sorpresa para mí tener compañía de antes conocida. Me alegro de verle, nos contamos las novedades y nos vamos a pasar el día a las cataratas de Bou Sraa. Tiempo para perdernos en la selva, bañarnos, averiguar cómo cruzar al otro lado para ver las cataratas más grandes… pero creo que dejaré esta historia de lado para contaros lo mejor de este lugar.

Encontré un proyecto que se llama Elephant Valley Project (Proyecto Valle Elefante, para aquellos con pocas nociones de inglés). Se trata de un tipo llamado Jack que estuvo en Tailandia anteriormente colaborando en diversos proyectos de rescate de elefantes en la selva. Después de ser un experimentado en la materia, o al menos creerse eso, decidió emigrar a Camboya y comenzar su propio proyecto de rescate y reinserción. Esto fue un tema complejo al tratarse de la primera vez que una iniciativa tiene lugar en Camboya.

Como nos comentaba él mismo, fue difícil empezar y hacer entender a la gente que el elefante es algo más que una máquina de trabajo. La situación aquí funciona de la siguiente manera. Un elefante es una herramienta de producción y a la vez una mascota. Los elefantes, además de ser animales de compañía que nosotros conocemos como “perros” o “gatos”, pueden ser también utilizados para llevar a gente en excursiones turísticas o para ser medios de transporte de lo que sea; para arar el campo, o para limpiar un trozo de selva. En muchas ocasiones, estos elefantes son tratados de la manera correcta, aunque utilizados para labores del campo. Un elefante puede tener unas condiciones bastante buenas en una de estas familias aunque no sea del todo libre. Preferiríamos ver los elefantes en la jungla antes que con un “mahout” (persona que lo cuida y lo monta) encima. Pero en este proyecto, debido a las limitaciones económicas, se limitan a rescatar aquellos en peores condiciones, puesto que no pueden hacer frente a un cambio drástico.

Visto esto y teniendo noticias de algún elefante en malas condiciones, Jack y la organización tratan de negociar con la familia, familias, persona o personas dueñas del elefante una salida para su traslado al valle. Jack busca la manera de hacer que los elefantes vuelvan a ser libres en la medida de lo posible. Los nueve elefantes que están ahora en el valle son de mediana edad, por lo que sería difícil reinsertarlos en la jungla. Aun así, aunque se pudiera, sería peor opción que tenerlos en el valle, porque no están acostumbrados a vivir libres. Se trata, entonces, de un entorno de semi-libertad donde se les da el places nunca vivido de vagar a sus anchas por las 650 hectáreas que la Jack y el proyecto han conseguido reunir en los siete años que llevan desarrollando el proyecto.

Actualmente los  nueve elefantes tienen diferentes tipos de relación con el proyecto, así como los anteriores dueños. Hay algunos elefantes de los que Jack es dueño, en concreto tres de ellos. Jack los compró a los anteriores dueños, haciéndose cargo por completo de los elefantes y de su nueva vida, y asegurándose de que con el dinero obtenido las familias no compraran un nuevo elefante. De hecho, para que eso  no ocurriera, en muchas ocasiones Jack paga en arroz. En otras ocasiones las familias siguen siendo dueñas de los elefantes, y lo que Jack ofrece es un salario a uno de los integrantes para que sea “mahout” del elefante dentro del valle. Para que se haga cargo del elefante dentro del parque. Por lo tanto tenemos elefantes con “mahouts” nuevos (los tres que Jack tiene) y elefantes que siguen con sus anteriores familias, pero ahora dentro del parque (los otros seis).

Al pensar que algunos de los anteriores dueños siguen teniendo contacto con los elefantes dentro del parque pensé en cómo Jack podía asegurarse que los elefantes no seguían siendo maltratados, pero es que ahora el “mahout” no tiene ninguna razón para herirlo y maltratarlo. Ahora el elefante no produce. Ahora el elefante vive. Ahora el “mahout” recibe un salario mensual por mantener al elefante dentro del parque. Ahora el “mahout” sabe que tiene un salario fijo, que antes no tenía. Gemma, otra integrante del proyecto, me contaba que lleva tiempo pero que, paralelamente a rescatar elefantes, el objetivo de la organización es educar. Estos “mahouts” que ahora cuidan de los elefantes, tras años, han comprendido que un elefante puede ser feliz o infeliz al igual que una persona, por lo que han comprendido la esencia del animal. Entienden que no pueden soltarlo en la selva porque alguna otra persona pude utilizarlo como ellos lo utilizaban antes. Entienden que no pueden vivir en plena libertad porque no saben, y entienden que el valle es una buena opción para ellos. Entienden esto después de generaciones y generaciones explotando a estos animales, por lo que el proyecto ha conseguido llegar a lo más profundo de la mente de un “bunong” (la raza/pueblo/tribu de aquí). Y no solo de uno, si no de unas cuantas familias. Al conseguir esto consiguen, sobre todo, difusión de la idea. Si el “mahout” ahora ve a su primo matando de sed a su elefante, le comentará que si le da agua el elefante está mejor. En algún caso particular este “mahout” irá a Jack para decirle que ha encontrado algún elefante en malas condiciones y que el proyecto puede hacer algo por él. Así se empieza a formar una red en la que la propia comunidad de “bunong” comprenden la base del proyecto para poder ayudar.

Tras siete años la idea progresa y es un entramado bastante complicado. Con respecto al terreno, Jack alquila todas estas hectáreas a los habitantes de los pueblos colindantes. Les paga en arroz, por lo que estos ya no necesitan quemar el bosque para plantar arroz. Reciben arroz igualmente, y el proyecto recibe un espacio donde soltar los elefantes. Para la construcción, adecuación y mantenimiento del valle, todos los contratados pertenecen a estos pueblos, por lo que ya no necesitan un ni cultivar arroz, ni un elefante que les ayude. Reciben un salario para a cambio de desarrollar una labor que ayuda a la reinserción de estos animales.

Sin ayudas gubernamentales ni de empresas privadas, Gemma nos cuenta que la iniciativa funciona solamente debido al voluntariado y estancias de gente como nosotros. En ocasiones la gente solamente acude al proyecto para ver elefantes, y por esta visita paga “x” dinero. En otras ocasiones la gente visita los elefantes y echa una mano en el valle. Yo estuve dos días y una noche. La mitad del día viendo elefantes y comprendiendo el proyecto y la otra mitad ayudando en la construcción. Un día de unos baños y otro día barnizando una plataforma.

Llegué al valle después de que Jack nos recogiera directamente en el pueblo. Fuimos a donde Onion y Bob, dos de los elefantes, suben a comer hierba todos los días. Los “mahouts” con ellos. Les dimos unos plátanos, jugamos un poco con ellos… y con otros tres que andaban por alrededor… adorables. Después de comer tocaba currar un poquito y trasportar ladrillos para construir los baños. Al día siguiente eché una mano con el barniz de la plataforma de limpieza de elefantes para cuando están enfermos y no pueden bañarse solos en el río, y por la tarde nos adentramos en la jungla para ver otros cuatro elefantes que viven en otro valle.

En general la iniciativa me ha dejado como loco. Planeando tal vez ampliar mi visado en Camboya para volver a echar un cable, pero tal vez durante dos semanas.  Gemma me ha contado que para un voluntariado de un par de semanas o tres puedo aportar algo de dinero, pero que se hace un trato especial en cuanto a la cuantía por aquello de demostrar interés y constancia. Me parece una forma bastante sana de desarrollar el proyecto, siendo sostenible con las familias de alrededor. Esta sección del blog ha parecido un panfleto sobre “Elephant Valley Proyect”, pero es solamente un poco de lo que he aprendido estos días. He aprendido sobre el comportamiento de los elefantes, sobre cómo de inteligentes y de sensibles pueden llegar a ser, además de aprender algo sobre las costumbres locales de los “bunong”.

Me apetecía explicar este proyecto por si alguien por ahí lo lee  y le apetece, que me pregunte. Ahora llegan las fotos.


No entiendo nada!! por dónde se va al otro lado del río ?!!

no soy yo, es Jerome

pasándolo bien

Ese bicho tenía el tamaño de mi antebrazo, emitía sonidos que acojonaban y cogía los saltamontes que daba gusto. tuvimos discovery channel en directo durante un rato.

Aquí racando trompas




Ay, que no llego!

me pica un ojo y me o rasco con la trompa, échame una meno con tu trompa en mi oreja

Saludos desde el río

estos dos juegan a la batalla del dominante. se trata de meterle la trompa al otro en la boca, para ver quién llega antes a la campanilla. si llegas, es como una victoria y superioridad en la manada

3 comentarios:

  1. Simplemente me dejas perplejo.

    Sigue contando historias tan interesantes como éstas!!!

    Sigue adelante. Grande!!!

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  2. Vamooooos! bohua tira palante que a veces ya sabes q viajamos contigo!!

    hektitor.

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  3. HOOOOOOLAAAA!
    ¿Qué pasa con los post de diciembre? Que nos tienes abandonados...

    Nos tienes que seguir contando tus aventuras y enseñándonos fotos tan maravillosas como las de todos esos niños (no sé si tan buenas o quizás mejores que las de los coloridos atarcederes del sudeste asiático).

    Ya sabes que somos muchos los que viajamos contigo a través de tu blog, y sin tus historietas y sin tus fotos... pues eso, que aquí estamos, sin salir de Madrid ;-))

    Ya nos contarás qué tal se te da tu nueva faceta de "profe" y qué tal se portan tus niños.

    Besos navideños,

    Mamá

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